Dar
Si hay alguien entre vosotros necesitado, un miembro de tu comunidad en cualquier de tus poblados en la tierra que el Eterno tu D’s te ha dado, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a esa persona necesitada. Si no que le darás generosamente y serás desinteresado cuando lo hagas, porque el Eterno tu D’s bendecirá tu obra y todas tus empresas.
“Quien es generoso con el pobre, le presta a D’s, y será recompensado”.
Dar al necesitado no es ser misericordioso, sino que es tarea de uno. Es un acto de amor, pero también es de justicia, la cual es la raíz de la palabra “caridad” en hebreo, tsedaká. Es mitigar el sufrimiento y corregir la injusticia, y así garantizar que los regalos de D’s son compartidos por todos en una sociedad cuyos miembros cuidan unos de otros como hermanas y hermanos. Dar es una obligación ética suprema, solamente detrás de la mitzvá más grande, gemilut jasadim, hacer actos de bien.
“Dar es el más grande de todos los sacrificios, y hacer actos de bien es más grande que dar”.
A esta concepción de dar, le siguen muchas cosas. Todos deben dar, incluso quienes necesitan ayuda para sí mismos. Deben dar con buen gusto, no de mala gana. Deben dar, tanto como sea posible, anónimamente. El respeto hacia quien recibe debe ser protegido. Y los fondos conseguidos deben ser usados prudentemente.
Incluso el pobre, que es mantenido por la caridad comunitaria, debe contribuir.
“El premio por dar depende del amor con el que se da”.
“Quien da en secreto, es más grande que Moisés”.
El que da no debe saber quien es l que recibe, y el que recibe no debe saber quien da ¿Y cómo se consigue esto? Dando al fondo comunitario.
“Benditos quienes dan al pobre. Mejor es quien les presta. Y aquellos que les toman en sociedad y comparten sus beneficios son los mejores de todos.”.
Como dispone maimónides, hay 8 grados de caridad, unos más otros que otros. El más alto de todos es ayudar al necesitado con unos regalos o crédito o asociación, o posibilitándole para encontrar empleo, de modo que puedan ser independientes.
La segunda mejor es dar de tal manera que quien da no sepa quien recibe, y el que recibe no sepa quien da.
Más abajo está el caso en el cual quien da conoce al que recibe, pero el que recibe no conoce a quien da.
Este es seguido por el caso en el que el recibe conoce al donante, peo éste no le conoce a él.
Luego viene el que da antes de que le pidan.
Luego, quien da menos de lo que debería, pero lo hace alegremente.
Y por último, quien da a regañadientes.
“Feliz quien se considera pobre”.
No dice “aquellos quienes dan al pobre”, sino “aquellos que tienen consideración hacia el pobre”, esto es, quien considera cuidadosamente cómo puede cumplirse mejor la mitzvá.
“Tú das, pero un poco de tus posesiones. Es cuando das de ti mismo que verdaderamente das”.
“Podamos dar siempre generosamente, según nuestras posibilidades, pero nunca pensemos de nosotros mismos que somos generosos. Podamos dar porque cuidamos de quien necesita, y así hacemos justicia. Podamos dar silenciosa y alegremente, porque es nuestro deber y nuestro privilegio, felices en el conocimiento que dar a los hijos de D’s, es hacer la voluntad de D’s”.
Hay tres cosas de las que depende el mundo: la Torá, el culto y los actos de bien.
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