Google

martes, 3 de marzo de 2009

EL TESORO DEBAJO DE LA ESTUFA

Hay cuatro sueños que se convierten en realidad: un sueño en la madrugada, un sueño que ha sido anunciado y presagiado, un sueño que se repite, y un sueño que está soñando otro acerca de esa persona. (Talmud Berajot 55).

Cierta vez, el pobre y menesteroso Rabí Eizik Ben Jekl de Cracovia soñó que debía ir a Praga y excavar debajo del puente que conduce hacia el palacio real, pues allí encontraría un gran tesoro escondido para él.


Se fue a pie a la capital de Bohemia. Cuando llegó al puente, vio allí a un policía caminando de ida y vuelta. Tuvo miedo de empezar a excavar en presencia de éste.
Como el policía tenía su servicio de patrulla en el mismo lugar día tras día, comenzó a sospechar del Rabí y le preguntó por la razón de su comportamiento. El Rabí le contó su sueño.
El policía le contestó con ancha sonrisa: - "¿Quieres decir que tú has recorrido un camino tan largo por un sueño? Parece que ese es el destino de aquella gente que cree en ellos. Si yo creyera, también ya hace tiempo tendría que haberme ido bien ligerito, pues a mí se me aconsejó en un sueño ir a la ciudad de Cracovia, entrar en la casa de un judío de nombre Eizik Ben Jekl, excavar debajo de su estufa, y sacar de allí un tesoro bien importante. ¡Eizik Ben Jekl!

¿Es ésta una información exacta? La mitad de los judíos de esa ciudad se llama Eizik y la otra mitad se llama Jekl. Eso significaría que tendría que excavar debajo de cada casa de la ciudad".


Así habló el policía y no dejó de reír. Cuando Eizik Ben Jekl escuchó sus palabras, se despidió de él y regresó a su casa. Apenas llegó, excavó una fosa bien profunda debajo de su estufa y descubrió allí un tesoro de mucho valor, con el que construyó una sinagoga, que siguió existiendo durante muchos años, con el nombre de "La sinagoga de Rabí Eizik Ben Jekl".

¿Cuál es la moraleja de esta historia? No busques tu buena suerte en las lejanías. La encontrarás en tu propia ciudad, en tu propia casa.

1 comentario:

San dijo...

Hermosa tu historia, y muy linda la moraleja!!Realmente una enseñanza.
Cariños
Sandra.