EL AMOR VERDADERO por rav Michael Laitman
El deseo es amarEl origen de todos nosotros proviene de una sola alma creada por el Creador, llamada el alma de Adam HaRishón (El Primer Hombre, en hebreo). Los cabalistas explican que la naturaleza del Creador es el amor y otorgamiento absolutos, mientras que la del alma de Adam HaRishón es el deseo de recibir placer y deleite.El Creador creó el alma por puro amor; por lo tanto, el deseo interno imbuido en ésta es amar. Así, el placer más grande que el alma es capaz de sentir es el placer del amor. Pero ¿cómo podría ésta realizar este anhelo y lograr amar al Creador?
Plan de entrenamientoEl Creador diseñó un plan de entrenamiento” especial para que el alma desarrolle el deseo de amar.Primero, la dividió en múltiples partes llamadas almas individuales, y se ocultó de ellas. Éstas recibieron un deseo egoísta -de recibir amor- y luego fueron vestidas en cuerpos de este mundo.Los cabalistas explican que es difícil sentirlo en nuestra vida cotidiana, ya que el Creador se oculta de nosotros, Él nos ama inagotablemente. No obstante, los demás seres humanos no están ocultos de nosotros, lo cual nos permite practicar” con ellos el amor al prójimo, para luego llegar al amor al Creador.Es decir, a través de nuestras relaciones con los demás, aprenderemos a elevarnos por encima de nuestro deseo innato de recibir amor egoístamente, y adquiriremos la naturaleza del mismo Creador.Cuando esto suceda, volveremos a nuestro estado pleno: unidos en una sola alma, y habiendo alcanzado el placer supremo que quiso impartirnos el Creador, el placer resultante del amor y el otorgamiento. Entonces, Él volverá a revelarse entre nosotros, permitiéndonos reciprocarle con amor, debido a la práctica” del amor hacia los demás que hayamos adquirido.
Como una criatura recién nacidaNuestro plan de entrenamiento diseñado por el Creador incluye varias etapas, en las cuales aprenderemos cómo reconectarnos con el resto de los fragmentos del alma de Adam HaRishón. Este proceso de evolución del deseo de amar se asemeja al del crecimiento de una criatura recién nacida. Al principio, el individuo siente su propio deseo únicamente, y se ve a sí mismo como el centro del universo. Necesita amor y demanda atención, como un bebé.Al ir creciendo y desarrollándose el deseo de amar, el individuo aprende que le conviene cooperar y crear lazos de amor con su entorno, para ganar así lo que no puede conseguir por sus propios medios.Mientras más crece el deseo del hombre, más disfruta aprovecharse del prójimo. Piensa que sería más feliz si dominara al resto de las personas y las usara para su propio bien. Pero al alcanzar la última etapa de su desarrollo, descubre que lo que más le falta es la capacidad de amar y otorgar ilimitadamente, como el Creador.
Tal como los padres aman a sus hijosUno de los más grandes placeres que conocemos es el de criar a nuestros hijos. Pese a toda dificultad y sacrificio que esto implica, la mayoría en el mundo desea tener hijos y dedicarles todo su tiempo. El amor y la entrega a ellos proporciona el más grande deleite.Si amáramos a toda la humanidad como a nuestros hijos, la vida sería mucho más simple. Sin embargo, nuestra realidad actual es totalmente inversa. Entonces, ¿cómo podríamos desa-rrollar en nuestro corazón un amor hacia los demás como si fuesen nuestros hijos?El que realmente lo busca, sin desistir, descubre la sabiduría de la Cábala, el método que nos permite llegar al amor verdadero.
Alcanzando la naturaleza del CreadorEn nuestra época, en la que la Cábala se revela entre las masas, todas las almas están recibiendo la oportunidad de aprender cómo amar al prójimo. El que responde a este despertar interno en su corazón, puede estudiarla y llegar a experimentar el amor.A través de esta sabiduría ancestral, el hombre llega a familiarizarse con los deseos de las demás almas y a amarlas incondicionalmente, como el Creador ama el alma de Adam HaRishón, de la que todos nosotros somos parte.De este modo, junto al resto de la humanidad, el hombre logra alcanzar la naturaleza del Creador y amar como Él.Cuando todos nosotros sepamos amar uno al otro, podremos reunirnos y volver a existir como una sola alma, volviendo a nuestro estado perfecto, y alcanzando la unión eterna con el Creador.
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