EXODO Y FEMINISMO Por el Rabino Daniel Goldman
4/4/2007
AJN.- En Pesaj, la pascua judía, que comenzó el lunes por la noche, y que celebra la salida de la esclavitud a la libertad hace 3.300 años atrás, no debe dejarse afuera el tópico de género. La legendaria liberación merece incluir la temática de la mujer.
Con ese fin, algunas ediciones modernas de la Hagadá, el texto narrativo que leemos durante las dos primeras noches de la festividad, añadieron la opción de dirigirse a la Divinidad usando pronombres, adjetivos y verbos femeninos, que complementan los habituales de uso masculino; la identificación de rituales de la fiesta con la memoria de mujeres forjadoras de luchas en la causa judía a través de la historia; y la inclusión de ellas en el relato del éxodo, cosa que los tradicionales libros parecen omitir. Por estas latitudes,Argentina, en las que los procesos de renovación y transformación social suelen llegar tardíamente, a veces resulta incómoda esta nueva concepción de replantear la estructura del ritual judío, de modo que sea lo más igualitario posible entre ambos sexos. Pero como la misma Hagadá dice: "Y cuanto más ampliamente relatemos el éxodo de Egipto, mayor será nuestro mérito", vale la pena conocer el papel fundamental que desempeñaron las mujeres en aquella épica, y que llevó siglos después a Rabí Akiva a afirmar que, gracias al compromiso de ellas, el pueblo de Israel fue redimido de Egipto. Vale como ejemplo esta historia: los versículos preliminares del libro de Éxodo, nos presentan las circunstancias por las que los hebreos, luego de gozar de la protección de los gobernantes, se transforman en un pueblo oprimido y finalmente esclavizado. Antes de llegar a la esclavitud, el Faraón intenta dar muerte a los varones recién nacidos y para ello se sirve de dos parteras hebreas llamadas Shifrá y Puá, quienes con valentía se rehúsan a acatar la voluntad del soberano egipcio. Nuestros sabios nos cuentan que las parteras no sólo dejaron vivir a los bebés, sino que embellecieron y mejoraron la calidad de vida de ellos. Si de una pareja humilde nacía un hijo varón al que debían matar, ellas le proveían de alimentos; si suponían que la parturienta corría riesgos de sobrevivir pasaban horas rezando para que Dios oiga sus plegarias. La literatura rabínica identifica a Shifrá y Puá con Yojebed, la madre de Moisés y Miriam, su hermana. Otro relato sostiene que se trata de una suegra y su nuera, Yojebed y Elisheba, la esposa de Arón, el hermano mayor de Moisés. Estas identificaciones enfatizan que la buena acción de estas parteras es recompensada por Dios, otorgándoles a ellas ser cabeza de tribus, lo que permitiría posteriormente instaurar el sacerdocio y el reinado de Israel. Sea cual fuere la identidad de estas dos mujeres, no hay duda que supieron hacerle frente a la autoridad de un Faraón y como dice Bela bat Jaim "no deja de sorprender la actitud de desafío y desobediencia hacia el máximo poder de aquel lugar que ostentaba el título de hijo de los dioses".
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