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domingo, 23 de marzo de 2008

HASTA QUE NO PUEDA DISTINGUIR... por Rav Michael Laitman


El relato de Ester (Meguilat Ester) es una profunda obra cabalística, destinada a exponer ante nosotros la historia de nuestra existencia. Haman y Mordejai, los dos personajes opuestos de la Meguilá, simbolizan dos fuerzas internas que actúan en conjunto hacia una meta común: acompañar al hombre en su camino espiritual, hasta llegar a la unión plena con la Fuerza Superior, mientras se encuentra en esta vida.

Pareciera que el relato de Ester, como si fuera una buena obra teatral, expone ante nosotros una trama aparentemente simple que consiste en una “buena” lucha entre el “villano” llamado Haman y el “héroe” –que triunfa al final-, llamado Mordejai. Sin embargo, lo que dicen los escritos cabalísticos, al respecto, es algo totalmente diferente.


La Chispa


La sabiduría de la Cabalá nos explica que en cada ser humano existen dos fuerzas motivadoras que lo impulsan de manera inconsciente: Una es llamada Haman –que nos incita a pensar sobre nuestra vida material- y la otra, Mordejai –que nos despierta y atrae hacia la Meta de la vida.


La fuerza de Haman es la que predomina en nosotros, hasta que de pronto, en una de nuestras reencarnaciones, despierta en nuestro interior la segunda fuerza –la chispa llamada Mordejai-, que evoca en nosotros el deseo de algo más elevado, más sublime. Mordejai nos lleva a buscar respuestas a las interrogantes que nos inquietan, y a querer conocer la fuerza oculta que opera toda la realidad.


El relato de Ester habla sobre el momento en el que esa chispa brota en el corazón del hombre, impulsándolo a querer intensamente, algo más allá de lo que este mundo le puede ofrecer.


Haman, entonces, representa el ego que nos tienta a perseguir todos los placeres de este mundo (comida, sexo, familia, dinero, honor, conocimiento), mientras que Mordejai, quien ya no se satisface con éstos y busca algo más elevado, se encuentra atraído a sentir el mundo espiritual y a establecer una relación con la Fuerza Superior.


Y es precisamente aquí que se abren los telones en el drama verdadero de Ester.


Estrecha lucha


El hombre que responde a la convocatoria de su “Mordejai”, comienza a reconocer que, contrario a todas sus expectativas de hallar la espiritualidad, su fuerza egoísta –su Haman- es la que se está incrementando, alejándolo más y más de la espiritualidad, y se siente perplejo.


Súplica verdadera del amor


“Y sólo cuando el hombre ve que Haman quiere destruir todo aquello que pertenezca a la espiritualidad, puede hacer una súplica verdadera de ingresar en la espiritualidad”, (Rav Baruj Ashlag, Dargot HaSulam “Grados de la Escalera”, Artículo 858).


El hombre ve que todos sus esfuerzos de alcanzar el Mundo Superior, no están dando frutos. Pero cuando verdaderamente demanda alejarse de Haman –aún sin poder realizarlo-, la fuerza espiritual, especial de Mordejai comienza a mostrarse vigorosamente, indicándole que la única manera de conseguirlo es pedir “auxilio” de la Fuerza Superior.


Este auxilio puede ser brindado mediante la sabiduría de la Cabalá, al involucrarnos en el estudio de los estados superiores, sublimes, que deseamos alcanzar. Cuando estudiamos con un deseo ardiente de escapar del dominio de Haman, anhelando conocer la Realidad Superior, desarrollamos una atracción verdadera por la espiritualidad, la entrega y el amor. Como consecuencia, la Fuerza Superior nos va liberando paulatinamente del dominio de Haman, elevándonos hacia el alcance espiritual.


Ingreso en la espiritualidad


Cuando el hombre llega a la espiritualidad, descubre que ninguno de sus deseos o tendencias existieron en vano. Se da cuenta que ambas fuerzas –Haman y Mordejai- son neutras, ni buenas ni malas, y que le ayudaron en su desarrollo hacia la espiritualidad.


Descubre que todas las interrogantes que le aquejaban, la sensación del vacío de la vida común, y la gran necesidad de alcanzar algo sublime, provenían de esta fuerza especial llamada Mordejai. También ve que todos los momentos difíciles causados por Haman, simplemente lo habían estado conduciendo en la dirección del desarrollo espiritual.


Después que alcanza la espiritualidad, uno descubre claramente cómo debe utilizar el poder de ambas fuerzas para seguir desarrollándose hacia la eternidad y la plenitud. Entiende que ambas se originan en las Alturas, o sea, provienen de la misma raíz espiritual. Y aunque el individuo haya visto a ambas fuerzas como contrarias, al comienzo del camino, cuando penetra la realidad espiritual, logra ver que ambas tienen un papel determinante en el alcance de la meta final.


Dos fuerzas – una sola meta


El relato de Ester describe dos estados en el sendero espiritual que atravesamos, el comienzo y el final, en donde alcanzamos, mediante la sabiduría de la Cabalá, la cima de nuestro desarrollo espiritual.


En su artículo 865, “Grados de la Escalera”, explica el Rav Baruj Ashlag que en la Cabalá se refiere a estas dos etapas, como “Hasta que no pueda distinguir entre el maldito Haman y el bendito Mordejai”.


Esto significa que al principio, uno no podía distinguir entre ellos por no estar consciente que ambas fuerzas existían en él. Y al final de su desarrollo espiritual, las ve como una que sirve un solo propósito: traernos a la cúspide de la existencia.


La sabiduría de la Cabalá nos enseña el secreto recóndito de la Meguilá: cómo combinar estas dos fuerzas para que nos propulsen a ascender hacia la plenitud. Cuando lo hagamos, podremos experimentar una relación plena e infinita con el Creador, gozando eternamente de Sus deleites, “Hasta que no podamos distinguir…”


* El Rav Dr. Michael Laitman es máster en ciber­nética, doctor en filosofía y Cabalá, profesor de ontología y teoría del conocimiento. Es fundador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en Israel. Más información en www.kabbalah.info y www.kab.tv/spa

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