viernes, 14 de septiembre de 2007
De acuerdo a la sabiduría de la Cabalá, las fiestas de Israel nos describen de manera simbólica el proceso del desarrollo espiritual de cada persona. Éste es un proceso circulatorio llamado “año”, lo cual significa que en cada nueva situación, el individuo pasa las mismas experiencias, solo que de manera más profunda y clara, ayudándole a entenderse mejor a sí mismo. Así se cambian en el cabalista 6,000 estados de desarrollo espiritual, hasta que consigue sentir todos los placeres que un ser humano puede experimentar.
Con el pasar de estos “años”, el cabalista se tropieza una y otra vez con situaciones que le ayudan a subir al próximo peldaño. Los cabalistas llamaron a estas situaciones ''fiestas, feriados y Sábados''.
La sabiduría de la Cabalá describe la realidad que está oculta de nosotros, la cual es revelada a la persona en el trayecto de su desarrollo espiritual. Le ayuda al cabalista a comprender cómo fue creado el hombre y para qué vive.
Esta investigación se ha estado realizando miles de años por muchos cabalistas que vivieron a lo largo de las generaciones, desde la época de Abraham el Patriarca hasta nuestros días. El conocimiento que se acumuló fue transmitido de generación en generación, en forma escrita y oral. Los libros de Cabalá escritos en el transcurso de los años describen los alcances espirituales a los que llegaron los escritores. En nuestros días, cualquiera de nosotros puede llegar a estos logros.
“Adam HaRishón (El Primer hombre)”La Torá nos cuenta que el mundo fue creado en un trayecto de seis días, seis pasos de cambio entre la luz y la oscuridad. En el sexto día fue creado “Adam HaRishón (el Primer hombre)”, y precisamente antes del Sábado él pecó y fue expulsado del ''Paraíso''. Adam HaRishón simboliza un estado de perfección, de unión de todas las almas. Puesto que pecó, se dividió su alma en miles de partes –es decir, almas-, las cuales se desconectaron una de la otra. En cada uno de nosotros existe una de estas miles de almas. Nuestro deber es unir a todas en una sola, el alma de Adam HaRishón. De esta manera podremos corregir su “pecado” y regresar al “Paraíso”.
La fecha de Rosh HaShaná (el Año Nuevo del calendario judío), nos recuerda que tenemos que empezar a corregir nuestras almas, devolviéndolas a su estado original, a la integridad.El individuo que comienza su corrección espiritual en la parte del alma de Adam HaRishón que se encuentra en él, descubre al paso de los primeros diez días -en los que experimenta los diez estados espirituales-, la diferencia entre su estado actual y el estado perfecto, del cual cayó su alma.Y así él llega a la corrección de su alma que está compuesta de diez Sefirot, las cuales simbolizan los diez días de Teshuvá (Días del Perdón).
Cuando él entiende la magnitud de la diferencia entre ambos estados, pide fuerzas de corrección y siente que necesita expiación. Este estado se llama en la espiritualidad “Yom Kipur (Día del Perdón, del cual se deriva la palabra Kapará-Expiación, en hebreo)”Y este es el orden de los estados espirituales que pasa el hombre:
De Rosh HaShaná (Año Nuevo) hasta Yom Kipur (Día del Perdón), revela el hombre qué es lo que tiene que corregir;En Yom Kipur, pide las fuerzas que le ayuden a corregirse; En Sucot, recibe estas fuerzas y pasa la corrección;Y en Simjat Torá (el Recibimiento de la Torá) termina con dicha el trabajo de unir las partes del alma de “Adam HaRishón”.
Puesto que se habla de estados internos que no dependen de los días del año, el cabalista puede pasar un año entero en un lapso de dos días corporales, por ejemplo. El ritmo de los cambios internos determina el largo del proceso. De acuerdo a esto, es importante recordar que el Año Nuevo (Rosh HaShaná) corporal es sólo una evocación del estado espiritual que éste representa. Un cabalista puede estar en un estado llamado “Año Nuevo Espiritual” también en cada día corriente de la semana.Cada cabalista pasa en total 6,000 años de cambios en el trayecto de su vida, hasta que llega al estado en el cual termina la corrección de su alma, su parte individual de Adam HaRishón.
Así completa el cabalista su rol, y no necesita reencarnarse más “…resulta de esto que todo aquel que nace, nace sólo con una pequeña fracción de la parte del alma de Adam HaRishón, y cuando corrige su parte ya no necesita volver a reencarnarse. Por lo tanto, el hombre no puede corregir, sino sólo la parte que le pertenece, y sobre esto se escribió en el libro ‘Árbol de la Vida’ del Arí, ’no hay día parecido a su amigo y no hay momento parecido a su compañero, y no hay un hombre parecido a otro... sino, cada uno tiene que corregir la parte que le pertenece’”, Rabash, artículo “A qué grado tiene que llegar el ser humano”.Es mi deseo bendecir a los habitantes de todas las naciones del mundo, que en este Año Nuevo nos embarquemos todos en el sendero del desarrollo espiritual y que consigamos llegar juntos al Año Nuevo verdadero (espiritual), cumpliendo así nuestra función, y alcanzando la plenitud ya, en esta vida.
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